sábado, 29 de enero de 2011

La Actuación del Directivo

El actuar que desempeña el director, depende mucho de la forma de liderazgo unilateral o colectivo que ejerza al conducir una institución educativa. Este no puede ser una isla y mandar sin considerar a los demás miembros que conforman la comunidad escolar.
Si se quiere un equipo de trabajo eficiente, a la cabeza debe existir un buen líder que aprenda a adaptarse al medio en que está, que influya, que transforme y estimule a cada uno de sus miembros para que trabajen a conciencia. Debe distribuir tareas según las capacidades y rotar sus roles, para que así vayan formándose integralmente.
Todos deben conocer los objetivos que desean alcanzar, ser realistas y saber que hay cosas que no pueden cambiarse; aprender a dialogar, a limar asperezas posibles que se den dentro de una organización y tener claro que su trabajo no es en beneficio propio, ni una competencia, sino en pro de los estudiantes, plantel y comunidad educativa en general; por ello, la importancia de un buen líder.

Profa. Françoise Quintana V.
ADM ESCOLAR

viernes, 28 de enero de 2011

Comentarios del Cap. 3. Actuación del Directivo Por: José Rodríguez

Se basa en dos aspectos de suma relevancia, tal es el caso de la necesidad de un conductor o líder, algo que resalta la habilidad innata de un líder que contagia a sus subalternos dando el ejemplo del trabajo en equipo y otros valores que inculca; además, la comunicación que practica el líder es muy determinante para negociar acciones y lograr un verdadero acercamiento con todos los miembros del equipo; es decir, para tomar decirsiones se hace necesario que líder actue con tacto y así favorecer el crecimiento de la institución desde un punto de vista más democrático y con acciones concretas visionarias. Mientras que sobre la importancia del trabajo en equipo, diria que el objetivo primordial que debe tener un buen admnisitrador, ya que ello le permite realizar con grandes aciertos sus actividades planificadas; donde hay que involucrar a todos los miembros del equipo para que sientan participes y comprometidos a cabalidad con las acciones a seguir según lo planificado. Sin embargo, en la actualidad hay fallas en la integración del personal docente para que trabajen en equipo como deberia de ser, una por la actitud intrancigente de muchos directores (as) y otra por la actitud negativa de muchos docentes.

martes, 25 de enero de 2011

Capítulo 2. La Formación del Directivo (Por José Rodríguez)

Este capítulo es un reflejo de las realidades que se viven en las universidades, ya que lamentablemente, la enseñanza y aprendizaje que se dan a nivel superior, es pura teoría que en la mayoría de los casos se aleja de las realidades de las aulas escolares en cualquiera de los niveles o licenciaturas que imparten. Es decir, la formación integral está muy limitada a la verdadera realidad a la que se va enfrentar el administrador de un centro educativo, tal como lo expresa el documento. Por ejemplo, creo que la lectura se resume textualmente en lo siguiente: Las tareas del director en una jornada de trabajo son difíciles de determinar, su labor varia y recorre un espectro que va desde lo pedagógico y los informes estadísitcos hasta la supervisión de la limpieza del establecimiento. Ello deja claro, que es una lobor muy difícil y que váría según las circunstancias del caso, así como del área o región del centro educativo y tantos otros elementos inmesos que el administrador debe comprender para poder tomar decisiones efectivas para mejorar la gestión administrativa.

Comentarios Capitulo 1 (Marcos de Referencia) Por: José Rodríguez

Sobre los cuatro aspectos que apunta este capítulo diría lo siguiente; sobre el contexto de pobreza, es una lástima que en toda américa latina, con tanta riqueza innata, los gobernantes hayan abierto la brecha entre el más rico más poderoso y el pobre sumido cada día en la maldita pobreza; ya que siempre las políticas de estado están encaminada hacia el beneficio de los que más tienen y migajas para los humildes. Sobre la realidad latinoamericana, se observa que existen algunos países con alto grado de desarrollo y crecimiento económico, pero en términos generales, existen muchos problemas de índole económico, salud y educación en toda la región; y lo más triste es que no existen ólíticas claras y concretas para minimizar estas desafortundas situaciones. La educación popular, es una alternativa para salir de la pobreza muchas familias humildes, pero para ello pasan diversas visicitudes para lograr superarse y luchar contra los que más tienen. Finalmente, la comunidad, existen muchas de ellas sumidas en la marginidad, pobreza y hasta olvido total, e incluso en las capitales se observan barrios que pasan desarpercibidos antes el desarrollo económico y social del país. Concluyo que la educación es el único medio de superación para los humildes, pero el estado tiene la obligación de garantizar mejores procesos de enseñanza en todos los niveles. Por José L. Rodríguez.

CAPÍTULO 2: LA FORMACIÓN DEL DIRECTOR

En américa Latina hay faltas de políticas públicas para la atención del personal directivo en las escuelas, durante los últimos años la escuela adquirido un lugar protagónico de calidad educativa buscando mejorar propuestas educativas partiendo desde la innovación pedagógica pero ha tenido como prioridad la unidad misma de cambio educativo, pero esta responsabilidad no se vio acompañada por una política permanente de formación de los equipos directivos que tenían que llevar adelante la tarea.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LA ACTUACIÓN DEL DIRECTOR:

a. Multiplicidad del rol: La tarea del director en una jornada de trabajo son son difíciles de determinar; su labor varía y recorre un espectro que va desde lo pedagógico y los informes estadísticos hasta la supervisión de la limpieza del establecimiento. El personal directivo asume, frente a los alumnos y las familias, roles para las que no está preparado o que no están estipulado en el ejercicio de sus tareas. Estas situaciones hacen que el directivo cumpla tareas de protección resguardo y alimentación lo que suma un componente afectivo y de responsabilidad, ya que muchas veces estas figuras se convierten, junto con los docentes, en los únicos adultos responsables frente a los niños, adolescentes y familias de su escuela.

b. Las urgencias y la inmediatez de su gestión: El trabajo del director se determina por el trabajo urgente de la toma de decisiones y por el hecho de que todo es para ayer. Esto hace que las decisiones sean inmediatas y que no pueda contar con el tiempo para la reflexión, la planificación y el trabajo en equipo (dar una respuesta a los padres, decidir entre un conflicto entre personas, trasladar a una alumna lastimada, recibir inspecciones, completar planillas), todas éstas son cuestiones que tiene que resolver urgente e inmediatamente. La prioridad en su trabajo sufre postergaciones. El directivo tiene que poder tomar decisiones mientras acontece la acción por eso hay que tratar de proveer a los directivos de una serie de saberes y acciones y de marco de saber y actuaciones que les permita actuar en cada caso.

c. Carga emocional y la implicación personal: Ser responsable de la vida de otros en contextos de vulnerabilidad social y violencia lleva a estos profesionales a una contante duda respecto hasta donde llega su tarea. Además, un director tiene que mantener el equilibrio entre su fida profesional y su vida personal.
Algunos aspectos que debemos abordar a la hora de formar un directivo:
* Los saberes que hacen a la profesión: implica seleccionar conocimientos socialmente válidos para ser aprendidos, conocimientos que deben ser almacenados para formar parte de un marco de reflexión, la acción y la ejecución de su trabajo.
* Implica poseer una ética y guiarse por valores: que orienten las decisiones, tener habilidades de dominio, actitudes y conocimientos que tienen que ver con la formación de base, para las funciones y roles por cumplir, con la capacidad de acción y reflexión en la práctica que implica un analísis posterior, lo que permite un mayor de análisi y evaluación de lo que hizo.
* Manera de aprender de un adulto: La mayoría de los directivos que llegan a ejercer un cargo son docentes que ya llevan un tiempo en el sistema educativo de modo que son adultos con una manera particular de aprender y relacionarse con el conocimiento, y con una historia propia que los define. También como adultos frente a un proceso de formación tienen búsqueda específicas y personales, y obligaciones asumidas: la actualización, la necesidad de puntaje, la permanencia en el cargo, etc.
Todos estos criterios hacen al director de un centro educativo ser más proactivo y diferente a las demás direcciones de otras instituciones, pués se convierte en un ente social del cual todos esperan el 100% de respuestas positivas. Por lo tanto es un reto que tiene que enfrentar todo director frente a muchas necesidades insatisfechas en una comunidad.
Por: Profa. Edith Pérez 4-233-831

lunes, 24 de enero de 2011

El Directivo en el siglo XXI

Si analizamos el sistema educativo en la década de los 90, podemos observar que la formación que se daba al administrador escolar era muy ambigua, basada en cosas superfluas y de interés vago como: el liderazgo, temas administrativos u otros. Supuestamente, la escuela se consideraba un lugar en donde el individuo podía obtener una mayor calidad de vida y un ascenso personal-laboral. Pero a pesar de todo esto, la formación que debía tener el docente no daba las bases necesarias para que enfrentase situaciones diversas que se presentaban en su labor diaria. Fue entonces cuando se empezó a considerar, la importancia que tiene el director como sujeto de cambio, dentro de la comunidad educativa.
Su labor afronta realidades en donde él debe tomar decisiones de manera inmediata que no dan tiempo para pensar, ni consultar a otras personas. Es tan importante su labor, porque sus deciones intervienen en su proyección laboral dentro del centro educativo y fuera de él, en la comunidad. Dentro de todo esto, es necesario que posea un equilibrio emocional, pues las presiones son muy fuertes.
En la formación del directivo, se debe brindar herramientas cognitivas-prácticas que permitan una Toma de Decisiones eficiente dentro de su devenir laboral, considerando sus intereses, su criticidad al aprender y el deseo de cambiar conductas para el bien colectivo.

Profa. Françoise Quintana
ADM. ESCOLAR
Si analicamos el sistema educativo en la década de los 90, podemos observar que la formación que se daba al administrador escolar era muy ambigua, basadas en cosas superfluas y de interés vago como: el liderazgo, temas administrativos u otros. Supuestamente, la escuela se consideraba un lugar en donde el individuo podía tener una mayor calidad de vida y un ascenso personal-laboral. Pero a pesar de todo esto, la formación que tenía el docente no daba las bases necesarias para que enfrentase situaciones diversas que se presentaban cada día en su desempeño laboral. Fue entonces, cuando empezó a considerarse la importancia que tiene el director como sujeto de cambio, dentro de la comunidad educativa.

Su labor afronta realidades en donde él debe tomar decisiones de manera inmediata que no dan tiempo para pensar, ni consultar a otras personas. Es tan importante su labor, porque sus decisiones intervienen en su proyección laboral dentro del centro educativo, pues las presiones son muy fuertes.

En la formación se debe brindar herramientas cognitiva- prácticas que permitan una Toma de Decisiones eficiente dentro de su devenir laboral, considerando sus intereses, su contexto laboral, su criticidad al aprender y el deseo de cambiar conductas para el bien colectivo.

Profa. Françoise Quintana

ADM. ESCOLAR

domingo, 23 de enero de 2011

Capitulo 2 : Formación del Director

Segundo comentario por Prof. Rodrigo Agrazal ;para un puesto de director escolar debe de reunir cualidades de motivación dentro de su formación para que sea capaz de ejercer dicho cargo con positivismo y actitud de hacer la diferencia en su entorno.Evidentemente si nos encontramos ante una persona (director o directora) realmente conpetente en sus tareas con una gran necesidad de crecimiento y satisfecho del contexto de su trabajo solo asi esta persona tendra un alto compromiso y un buen nivel de ejecución en su trabajo de director de un centro escolar.

La formación del directivo

martes, 18 de enero de 2011

EL CONTEXTO DE POBREZA: PRIMER PILAR DE LA PROPUESTA FORMATIVA DE DIRECTIVOS.

Esta interesante lectura nos lleva a reflexionar de forma exhaustiva la problemática de la pobreza en nuesta América Latina, en donde la educación juega un papel importantísimo y fundamental, ya que existen brechas pronunciadas entre ricos y pobres, desigualdades ente escuelas urbanas sobre las rurales y las escuelas privadas sobre las estatales.
En la actualidad estamos rodeados de multiples problemas de pobreza marcada por ausencias, carencias y exclusión de cosas elementales para suplir las necesidades e inclusive las básicas, privando a millones de personas de beneficios económicos, sociales, civiles y humanitarios y luego estas mismas personas crean un rechazo hacia esa sociedad generando violencia intrafamiliar, venta y consumo de drogas, promiscuidad, prostitución, acelerando algunas etapas de su infancia, juventud y llevandolos a ser padres y madres con inmadurez, luego repitiendo el mismo circulo vicioso.
Esto nos lleva a reflexionar que todos los involucrados llámese sociedad, comunidad, profesores, padres de familia, directores, supervisores, estudiantes y sociedad civil tenemos el reto de mejorar y transformar la educación en nuestros países.
Nosotros como docentes y algunos como directivos (administradores de la educación), no olvidarnos del verdadero significado de la palabra administración que significa servir. Pero un servir como agente de cambio con retos que nos lleven a meditar y ser la diferencia, a practicar valores, trabajar por el bien común e imitando siempre al maestro de maestro JESÜS y recordando siempre que hay muchos jóvenes dispuestos a imitarnos y así lograr que las futuras generaciones se encaminen a cosas positivas profundizando hacia una democracia e igualdad de oportunidades para cada uno de los habitantes de nuestra América Latina.

Por. Profa. Edith Pérez
Administración Escolar

Como Influye la Pobreza en Nuestros Planteles

Hoy por hoy se comprueba más que la diferencia que hay entre el rico y el pobre se ve con mayor amplitud que hace años atrás...La clase más baja es la que carga con la clase media y la clase alta.
Encaminamos nuestro comentario a la Administración Escolar es tan difícil tener una Administración de un Plantel cuando el entorno donde se encuentra el mismo gira en las barriadas precaristas o marginadas; nos encontramos estudiantes con problemas de aprendizaje debido al medio que les rodea;parte de su tiempo tienen que emplearlo en el cuidado de sus herman@s menores, no hay bibliotecas, no tienen Internet, no cuentan con el dinero para alquilar Internet, no cuenta muchas veces con los suministros mínimos de agua potable, electricidad entre otros.
Sus padres no permanecen con ellos para guiarlos en sus deberes escolares; ya sea porque trabajan todo el día o porque no tienen un nivel académico igual al de sus hij@s.
En este capitulo encontramos una frase que me gusto mucho que dice así " El trabajo de dirección en un centro de Educación Popular no es hacia las gentes de las escuelas y de los barrios; sino con la gente de las escuelas y de los barrios. Es a esa gente que tenemos que cambiar que tenemos que educar para que ellos en el futuro puedan cambiar a su comunidad; ellos serán los agentes de cambio de su comunidad.
Siempre mi interrogación gira en porque la educación de una escuela privada es mejor que una pública; si los profesores y maestros de esas escuelas son los mismos que los de las escuelas públicas; entonces donde esta el secreto en el Administrador o en el Supervisor.... a y no es porque sea mejor pagado en la privada que en la pública....

lunes, 17 de enero de 2011

Pobreza vs. Somos agentes de Cambio.

La incapacidad de muchos docentes en América Latina, específicamente en Panamá, ha transformado a la sociedad en personas inútiles y ligadas a una resignación continua, en donde la sucesión de la pobreza, los vicios y las malas costumbres; los separa cada vez más de una mejor calidad de vida.
Si bien es cierto, la globalización que hoy día se da a nivel mundial permite el acceso a la información y a las diferentes modalidades educacionales. Pero no podemos obviar el gran porcentaje de pobreza que se observa en América Latina en donde la realidad se presenta de manera desfavorable para los sectores populares y de áreas de difícil acceso.
Lastimosamente, la situación que existe en muchos hogares se debe a la baja educación de sus miembros. La falta de aceptación, equidad de oportunidades, recursos económicos, de disposición y otros, son muchos de los factores que incitan a actividades nocivas como la prostitución, venta de drogas, pandillas u otros, que en vez de mejorar la calidad de vida de estas personas, los encierra en un círculo vicioso de vida fácil, pero expuesta.
Desigualdad social, deserción escolar, vicios y otros siempre existirán; lo importante es que ayudemos a bajar los índices de estos, transmitamos buenos valores y que dejemos huellas en nuestra acción docente.
En el texto, me gustó mucho la frase de "la dirección NO es hacia la gente, sino Con la gente..".
Y es que como directivos es necesario aprender a involucrarnos en las problemáticas que se dan en la comunidad en que vivimos, gestionar proyectos comunitarios que den respuesta a nuevas formas de vida y reconocer principalmente que somos Entes de Cambio. Que a pesar del mucho o poco apoyo que recibamos del gobierno, nosotros podemos marcar la diferencia; que de 10 personas, cambiemos al menos 3 mentalidades: de negativa e indispuesta, a positiva y emprendedora!
Profesora Françoise Quintana.
ADM. ESCOLAR

domingo, 16 de enero de 2011

Deterioro de la educación en America Latina

El deterioro de la educación en América Latina se demuestra al evaluar las estadísticas de los alumnos reprobados que surgen anualmente. La calidad de la enseñanza y también su cobertura, sufre de disparidades, con un rezago considerable en las áreas rurales. En general en estos sectores se concentra la deserción escolar y los que se mantienen en el sistema no llegan a la meta .La pobreza, la falta de valores y la exclusión son los principales actores de la problemática educativa en América Latina.

Hoy en América Latina hay un despertar de conciencia donde surgen lideres anónimos que son capaces de hacer la diferencia en nuestro sistema educativo la cual benefician a las capas humildes de la sociedad.

En estos últimos años se han realizado campañas de alfabetización, programas curriculares acorde con la realidad de los tiempos modernos además se estimula la continuidad de estudios ofreciendo becas para aquellos estudiantes destacados. No cabe duda de que la realidad de América Latina ha evolucionado para bien. Sin embargo, queda mucho por hacer en este siglo que recién comienza.

Prof.Rodrigo
Curso Administración Escolar
.

sábado, 15 de enero de 2011

El logro de las metas se basa en el sacrificio de todos

Profesora, estoy totalmente de acuerdo con sus comentarios sobre la realidad de la pobreza que azota la América Latina. Si bien es cierto que hemos nacido en una América extremadamente pobre, sumergido a la marginación donde se ha creado cada vez mas grande la brecha entre ricos y pobres, pero sin duda de que Dios nos ama cuando dijo la frase dichosos los pobres porque ellos serán regocijados en el Reino de los Cielos. Hoy dia se nos abre la oportunidad al cambio a través de la transformación del sistema educativo, oportunidad que ningún docente debe perder ya que es un centro educativo lugar propicio para transformar mentes, conductas y crear ideales de esperanza que cuando se quiere se puede. ejemplo "Historia de la Flor de Loto". Siempre el educador debe creer en su trabajo, debe abrir camino a la comunicación, convocar a la participación y llevar adelante proyectos que permitan minimizar el contexto de pobreza para poder intervenir en la búsqueda de una mayor igualdad de oportunidades y derechos para las comunidades con las que trabaja.
Sólo a través de la educación popular se logra la transformación personal y social de las situaciones de injusticias que sufren hombres y mujeres en situación de pobreza y exclusión. Hay que crear conciencia para construír otra manera de estar en sociedad; hay que generar comunidades de convivencias democráticas, por ello es necesario contar con centros educativos regentados por personas que mantengan los pies sobre la tierra con un horizonte claro de lo que queremos alcanzar partiendo de quiénes somos, qué tenemos y hacia dónde queremos llegar, en qué valores queremos formar y convivir con nuestros semejantes, los saberes que trasmitir, las actitudes que queremos inculcar.
Cada escuela entra en una dinámica de trabajo permanente que analiza su contexto y sus necesidades y objetivos.
Un centro educativo es el lugar donde se contruye el cambio, la unidad mínima de trabajo, democracia y construcción colectiva, justicia social y educativa.
Atentamente,
Profesora Susana Hernández
Curso Administración Escolar.

jueves, 13 de enero de 2011

ADMINISTRACIÓN ESCOLAR


Lea EL CAPÍTULO Nº 1 y realice un metaplan sobre el tema, realice sus comentarios en esta misma página que se tomarán en cuenta para su evaluación; ademas en esta lectura encontrara algunas palabras resaltadas con color rojo, estas palabras son las que se le buscara el significado en la misma lectura.


Capítulo 1
Nuestros marcos de referencia 13
1. El contexto de pobreza y la propuesta de trabajo de Fe y Alegría 13
2. La realidad en América latina 15
3. La Educación Popular 17
4. La comunidad o el barrio 18
5. El centro educativo 19
Capítulo 2
La formación del directivo 23
1. Algunas características de la formación desde la década
de los noventa hasta la actualidad 23
2. Algunas características de la actuación del directivo 25
a. La multiplicidad del rol 25
b. Las urgencias y la inmediatez de su gestión 26
c. La carga emocional y la implicación personal 27
3. Los condicionantes de la formación del directivo 29
a. Los saberes que hacen a la profesión 29
b. La manera de aprender de un adulto 31
Capítulo 3
La actuación del directivo 35
1. La necesidad de un conductor o líder 35
a. Los tiempos cambian…también las instituciones… 36
b. Las capacidades de un director 38
c. La construcción de liderazgos 41
ÍNDICE
2. La importancia del trabajo en equipo 42
a. La cultura de la organización 43
b. La forma de trabajar en equipo 45
Conclusiones 49
1. Directivos con capacidad de respuesta 49
2. Directivos en busca de soluciones 50
3. Directivos construyendo una mejor educación para su centro 51
4. Directivos trabajando con y para su comunidad 52


Capí tulo 1
Nuestros marcos de referencia
La propuesta formativa de directivos2 se apoya en cuatro pilares
sobre los que se fundamenta Fe y Alegría. Estos pilares se desprenden
del ideario del movimiento y de los años de trabajo y la larga experiencia
de los distintos países que asumen el desafío de cambiar las condiciones
educativas de niños, niñas, jóvenes y adultos que forman parte de este
proyecto de formación integral y educativa.
Los pilares en los que nos basamos son:
• el contexto de pobreza
• la realidad latinoamericana
• la Educación Popular
• la comunidad
1. El contexto de pobreza y la propuesta de trabajo
de Fe y Alegría
El punto de partida para nuestra propuesta es el contexto donde
se ubica la formación de directivos, allí donde se dan las prácticas de
nuestros centros, el lugar de los sectores populares, de los barrios o
zonas rurales de pobreza y marginalidad extrema.
El contexto de pobreza es el escenario de trabajo y la elección
privilegiada de Fe y Alegría, el lugar de construcción de propuestas y
el espacio “donde la vida pasa” para las distintas generaciones que forman
parte de este movimiento.
2 Cuando nos referimos al término “directivos” incluimos a hombres y mujeres que trabajan
en Fe y Alegría.
14
Esta pobreza marcada por ausencias, carencias, abandonos, exclusión
de consumos necesarios y desigualdad de oportunidades que priva
a millones de seres humanos de los beneficios económicos, sociales,
civiles y humanitarios que se han construido a lo largo de la historia.
Estar excluido o al margen, “ser pobre”, puede concebirse desde
miradas, paradigmas o ideologías diferentes pero, para nuestro trabajo,
ser pobre” es el lugar desde el cual se mira y explica la realidad.
Partir de este contexto nos obliga a trabajar en relación con los
espacios y tiempos construidos por los diferentes protagonistas. Son
espacios definidos por la precariedad del barrio, la ausencia de servicios,
la falta de distribución de lugares propios, la usurpación y la ausencia
de planificación urbana. Se encuentran al margen de la ciudad, donde
viven inmigrantes, desplazados, indocumentados e ilegales, donde una
persona se convierte en un “ser invisible para la sociedad”3.
El tiempo en los barrios, comunidades, favelas, villas de emergencia
y poblaciones se vive y padece en condiciones de un alto nivel de vulnerabilidad.
Esto lleva a sus habitantes a desarrollarse en el tiempo
presente, de la sobrevivencia, de “salir a buscar” y vivir en una dimensión
que permita anestesiar la incertidumbre del mañana. Poder funcionar
en otro tiempo, imaginar un futuro y pensar en una posibilidad
de cambio o progreso social permite programar el porvenir, y dominarlo
requiere una capacidad tanto individual como colectiva para actuar
sobre las necesidades, la naturaleza y la vida misma, y así poder proyectarse
(Castel, 2004).
Vivir en los barrios o comunidades también puede dejar huellas
de solidaridad, apego, cercanía con el otro, convivencia y generosidad
con lo que no se tiene, pero estar al margen y ser desposeído convierte
a los barrios en un lugar donde la violencia manda, la infancia está
desprotegida, la juventud no tiene futuro, la drogadicción es un medio
de trabajo y consumo, la maternidad y paternidad llegan a una edad
muy temprana y los vínculos familiares se organizan por inmediatez
más que por responsabilidad.
3 En América Latina, 222 millones de personas son pobres, y 96 millones de ellas sobreviven
en la indigencia. La taza de pobreza es del 44%, y la de indigencia, del 19,4%
(Banco Mundial, 2004).
15
La emergencia y precariedad permanentes y la exclusión fragmentan
y enfrentan a la sociedad, crean muros, imponen injusticia, generan
violencia, nos vuelven insensibles y nos deshumanizan. Abrir los ojos,
atenuar la pena, estar dispuestos a cambiar la realidad, creer en que es
posible, abrir canales de comunicación, convocar a la participación y
llevar adelante proyectos son principios de acción y trabajo que nos
permiten empezar a transitar contextos de pobreza para poder intervenir
en la búsqueda de una mayor igualdad de oportunidades y derechos
para las comunidades con las que trabajamos.
Ubicar la propuesta en un lugar determinado es partir del quehacer
cotidiano, de las necesidades vividas y de los problemas propios,
aportando desde un marco general los cuestionamientos que pertenecen
a la realidad de la pobreza. Las prácticas en contexto imponen un ejercicio
de reflexión permanente de encuentro con el otro, y ese encuentro
implica una búsqueda en uno mismo y en el lugar que uno ocupa en
un proyecto educativo común a todos, sin acallar a las personas con
las que trabajamos para su crecimiento personal y transformación. El
trabajo de dirección en un centro de Educación Popular no es hacia la
gente de las escuelas y de los barrios, sino con la gente de las escuelas
y de los barrios.
Descubrir necesidades de la comunidad y de la escuela permite
crear los espacios para la reflexión y aportar ideas, generar propuestas
para solucionar los problemas o encaminar acciones, convertir aquello
imposible de solucionar en algo de probable solución y de construcción
colectiva para poder actuar, para poder cambiar su realidad, para convertir
cada una de estas desesperanzas en una oportunidad para cambiar
la realidad.
2. La realidad de América Latina
La pobreza es un tema común en los países de Latinoamérica en
menor o mayor medida. Esta realidad no nos muestra como el continente
más pobre pero sí como el más desigual4. La desigualdad social
4 Desde la década del noventa hasta el 2000, siete millones de personas de clase media
pasaron a ser pobres, y creció la brecha entre ricos y pobres (Banco Mundial, 2004).
16
se basa en una falta de distribución igualitaria del ingreso que afecta
la posibilidad de tener una buena calidad de vida y de acceder a una
buena cobertura en salud, educación, vivienda, etc.
Existe una creciente desigualdad, sobre todo desde la década del
noventa, cuando el crecimiento económico de algunos países no se
manifestó en un progreso de igualdad distributiva en lo social ni en lo
material y marcó una creciente brecha entre los más ricos y los más
pobres.
En 2005, el 60% de niños y niñas eran pobres, lo que nos habla
de las condiciones materiales, físicas y psíquicas en las que se encuentran
los niños que asisten a nuestras escuelas.
La desigualdad y la pobreza existen y afectan gran parte de nuestro
continente: No pertenecen al campo de la naturaleza ni al campo de
lo divino; son una producción humana y, como tal, requieren la intervención
y el trabajo de mujeres y hombres para poder cambiar.
Las democracias de América Latina tienen una deuda pendiente
con el logro de una justicia social que permita poner estos temas en la
prioridad de las agendas de los gobiernos y en las acciones concretas.
Hoy por hoy, estamos muy lejos de que los estados nacionales respondan
con políticas eficientes a estas necesidades y de que los representantes
escuchen y viabilicen las demandas de los sectores populares,
en tiempos de urgencias de la vida de las personas más necesitadas.
Este círculo de falta de ingreso económico repercute en la calidad
de vida de los sujetos y en la oportunidad de desarrollar una escolaridad
que brinde una inserción laboral y social diferente, para poder planificar
un futuro y construir un proyecto de vida.
La realidad de América Latina también muestra una desigualdad
educativa con circuitos diferenciados de oferta escolar, sistemas educativos
fragmentados que proponen diferentes escuelas para distintas
clases sociales, tanto en el sector público como en el privado. Podríamos
decir que, en América Latina, los sistemas educativos pueden relacionarse
con una frase como “dime a qué escuela asistió cada alumno y
podremos decir qué clase de educación recibió”, ya que la calidad
educativa de un alumno del sistema privado es diferente de la de un
17
alumno del sistema público, y el alumno de la zona rural es diferente
del de las zonas urbanas5. Pero cabe destacar que los sistemas educativos,
las escuelas no logran escapar de las variables sociales que llevan
a no poder generar en las escuelas oportunidades para aquellos que
ingresan y que, como grupo social o como persona, no encuentran la
posibilidad de construirse a sí mismos en forma diferente a través de
la educación (Dubet, 2005).
Actualmente América Latina no abre las puertas a modelos de vida
diferentes para los sectores marginados del consumo, de la vida digna,
de la educación y de la salud. Todavía hay mucho por hacer y mucho
por demandar para el logro de una sociedad más justa y equitativa para
todos en este continente.
3. La Educación Popular
La Educación Popular es un medio para la transformación personal
y social de las situaciones de injusticia que sufren hombres y mujeres
de América Latina y que marcan su vida y la mirada hacia el futuro de
las personas en situación de pobreza y exclusión.
Una transformación social no es solamente incluir a esta sociedad
que se expresa y se define en forma injusta, sino que es poder pensar
una sociedad diferente con otros vínculos sociales, con un sentido de
igualdad y justicia para todos, donde haya una mejor repartición de los
beneficios sociales y económicos, con buenas posibilidades de desarrollar
un proyecto personal y colectivo. Donde diferentes personas
aprendan a convivir con sus igualdades y diferencias, pero no a expensas
de unos y de los otros porque no hay buenas condiciones de vida para
todos en una sociedad desigual.
5 Resultados obtenidos en el PEIC (Primer estudio internacional comparativo sobre logros
en educación realizado en la región, durante los años 1995 y 2000). Los primeros resultados
fueron publicados en 1998. El estudio comparativo se realizó en 15 países
del continente. En dicha investigación, se identifican notables desigualdades entre las
escuelas urbanas por sobre las rurales, y lo mismo sucede con las escuelas privadas
por sobre las estatales (Casassus, 2003).
18
Para transformar y transformarnos necesitamos que este horizonte,
hoy utópico, nos guíe y nos oriente en la búsqueda permanente y en
la reflexión colectiva. Teniéndolo como un punto de llegada, podemos
ponernos en marcha y construir una alternativa.
La intencionalidad pedagógica ética y política de la Educación
Popular nos interpela para no caer en un mero instrumentalismo educativo
que forme los insumos para una sociedad injusta, que capacite
para estar más formado y seguir en carrera, sino la de formar conciencias
para construir otra manera de estar en el sociedad.
En cada escuela, en cada centro de Fe y Alegría, hay que buscar
esta forma diferente de estar en el mundo, generar comunidades de
convivencia democrática (Pérez Esclarín, 2003) dando en estos microsistemas
la posibilidad de vivir en democracia construyendo una oportunidad
alternativa para los que viven en los sectores populares.
La Educación Popular, en su ejercicio pedagógico, crea y recrea
educación con las dificultades que esto conlleva. Trabajar en contextos
de pobreza da la oportunidad de generar justicia educativa, brindando
educación de calidad y oportunidades de aprendizaje a distintas generaciones
que quieren acceder a un patrimonio cultural universal al que
también tienen derecho, y ejerciendo su derecho de aprender a través
de una comunidad que se organiza para gozar del derecho a la
educación.
4. La comunidad o el barrio
La comunidad, compuesta por hombres y mujeres, adolescentes,
ancianos y niños, está tratando de construir un modelo diferente de
estar en sociedad. Por ese motivo, el enfoque de Fe y Alegría no parte
solamente de la acción escolar sino que abre los muros a la comunidad
y a la posibilidad de hacer juntos.
La comunidad se concibe como un grupo de personas que se
ubican en un espacio y territorio determinados, con un sentido de
proximidad y reconocimiento mutuo, unidas por lazos afectivos que
les permiten orientar sus acciones hacia la construcción del bien común
y la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
19
La escuela y la comunidad se insertan en una relación cercana,
van definiendo lugares de participación y líneas de acción, para desarrollar
propuestas y ofertas de los servicios que se puedan brindar.
“…El barrio como espacio territorial y simbólico donde se
construyen los sentidos de la vida cotidiana y una manera
de estar en el mundo. El lugar no es un simple territorio sino
aquello que construye reconocimiento, historia e identidades
compartidas, ocupar un lugar es dejar marcas y ser marcados
por él”. (Duschatzky, 1999:28).
El barrio se concibe como unidad de sentido y análisis, desde
donde se interpreta la realidad y desde donde se mira el mundo, donde
se abren o cierran posibilidades. Salir del barrio a ver otras maneras de
vivir muchas veces no es fácil desde un punto de vista afectivo, desde
las posibilidades económicas ni desde la capacidad de ver e interpretar
otras formas de habitar el mundo.
Los barrios sensibles acumulan importantes factores causantes de
inseguridad: fuertes tasas de desempleo, empleos precarios y actividades
marginales, hábitat degradado, urbanismo sin alma, promiscuidad entre
grupos de diferente origen étnico, presencia permanente de jóvenes
inactivos que parecen exhibir su inutilidad social, visibilidad de las
prácticas delictivas ligadas al tráfico de drogas y a los reducidores, frecuencia
de “incivilidades”, momentos de tensión y agitación, y conflictos
con las “fuerzas del orden”, etc. (Castel, 2004).
La escenificación de los suburbios y la categorización de las clases
peligrosas ubican a los barrios y sus habitantes como portadores de los
miedos y de la sensación de peligro del resto de la sociedad. Estos posicionamientos
nos ubican en adentros y afueras, en nosotros y ellos
que no pueden negarse pero sí abordarse para una construcción diferente
de sociedad.
5. El centro educativo
En Fe y Alegría, la escuela tal como la conocemos en los sistemas
educativos de América Latina se transforma en un Centro Educativo
Comunitario donde se promueven diversos programas de educación y
20
desarrollo social para padres, madres y otros miembros de la
comunidad.
Esta transformación implica un largo proceso que tiene que ver con
la misma selección de los contenidos que se van a trabajar en las clases,
con la función que cumplen los padres en la escuela, con las actividades
especiales, con la organización de cooperativas de consumo, madres
voluntarias, comunidades cristianas de base, centros culturales, organizaciones
deportivas, etc. La escuela se va transformando en un centro
comunitario de producción cultural, de organización de la comunidad,
y también en un espacio para enfrentar y resolver solidariamente los
problemas que afectan a las comunidades (Orbegozo, 1999).
El centro educativo no se percibe solamente como un lugar de
enseñanza y aprendizaje, sino también como ámbito donde se da la
vida y el crecimiento personal, un lugar donde “para ser tienen que estar
siendo” (Freire, 1985: 92). Esto es válido tanto para los alumnos, las familias
y los que trabajan en la escuela como para la comunidad que la
rodea. Si la vida pasa por la escuela, no tendría que pasar por el margen
sino atravesarla y definirla en forma cotidiana. En la escuela se enseña,
se aprende, se crean vínculos con otros y se vive; las vivencias son
múltiples y no están todas definidas por el curriculum, sino por la calidad
de los vínculos que se forman en ella.
El tema es lograr “la escuela de la humanidad y de la vida” para el
desarrollo pleno de las personas que se encuentran en ella, que creen
en el proyecto, que lo asumen y lo definen desde la vitalidad, desde el
afecto y desde el saber y conocimiento compartido.
Un centro donde se construye humanidad, se desarrollan identidades
para el cambio, se da la cercanía para desarrollarse como personas,
se buscan lazos comunitarios para cambiar la realidad vivida.
Mantener un horizonte de esperanza en contextos vulnerables requiere
un nivel de organización y gestión, ya que este proyecto ambicioso
y, en muchos casos, utópico requiere capacidad de planeación y
concreción porque no puede dejarse librado al azar ni al espontaneísmo.
Por ese motivo, un centro educativo debe abordar distintas dimensiones
de ejecución: la afectiva, la comunitaria, la organizacional, la pedagógica,
la pastoral, etc. Las diferentes dimensiones implican un nivel de
21
ejecución y un personal formado acorde con los objetivos planteados.
Para ello, la necesidad de formar directores y equipos directivos que
puedan llevar adelante con idoneidad estos desafíos es un objetivo
primordial, para poder responder a una realidad tan compleja.
Partiendo de esa realidad, un centro debería tener:
• Los pies en la tierra: Lectura y análisis del contexto.
• Un horizonte claro: Objetivos que queremos alcanzar.
• Saber qué somos y quiénes somos: Identidad institucional e identidad
y formación de las personas que componen la institución.
• Acuerdo en lo que tenemos para ofrecer y cómo mejorarlo en
forma permanente: Nuestro marco de acción, los valores en los que
queremos formar y convivir, los saberes que queremos transmitir, las
actitudes que queremos inculcar.
La escuela entra en una dinámica de trabajo permanente que
analiza su contexto y sus necesidades –Diagnóstico–. A partir de allí
define objetivos, pero no sólo de lo que surge de las necesidades planteadas,
sino también del proyecto más amplio que busca concretar en
formación, calidad educativa, convivencia, valores, etc. –Objetivos–.
Para ello hay que saber quiénes somos, qué buscamos y cómo lo vamos
a conseguir como institución y organización –Planificación de actividades
y ejecución–. Es necesario saber cómo resultaron esas actividades,
rectificando rumbos y planteando nuevas actividades a partir de la
concreción de las anteriores –Evaluación y nuevos planes de trabajo–.
Esta posibilidad de concreción es una herramienta útil para el desarrollo
de un proyecto que se define desde un punto de vista ético,
político y pedagógico propio de la Educación Popular. Por eso, la propuesta
de un centro debe contar con valores humanos de desarrollo
pleno de las personas y valores democráticos de igualdad de oportunidades,
y generar mecanismos de participación, encuentro y diálogo.
A partir de allí, debe proponer una educación de calidad para todos
respetando diferencias pero construyendo igualdades, y dando a todos
lo que necesitan pero pudiendo cubrir y especializar la oferta educativa
para los que necesitan más.
Pensar en un centro educativo que imparta justicia educativa para
los miembros de una comunidad es el punto de partida de nuestro trabajo
cotidiano.
22
En síntesis, estos marcos de referencia nos permiten situar la problemática
donde están insertos nuestros centros desde una perspectiva
global como es la pobreza y la realidad latinoamericana. También nos
permite situarnos en la vida cotidiana y concreta del barrio y el centro
educativo. Partir de estas miradas nos ubica como movimiento de Educación
Popular, como un colectivo con un objetivo común que es ayudar
a transformar la realidad de miles de familias de distintos países que
tienen la pobreza, la exclusión y el abandono social arraigados en sus
realidades.
Partimos de lo global para llegar a lo cotidiano de la vida en el
barrio contextualizado en culturas diferentes y en personas diversas,
pero unidas por la posibilidad de cambio. Finalmente el centro educativo
es el lugar donde se construye ese cambio, la unidad mínima de trabajo,
democracia y construcción colectiva, justicia social y educativa.
A lo largo de la formación de directivos, es necesario realizar ciertas
preguntas que enmarquen el trabajo del directivo y de la comunidad
educativa. ¿Cuál es la sociedad en la que queremos vivir? ¿Qué grado
de influencia tiene la escuela en el barrio para proyectar un cambio en
la vida de la comunidad? ¿Cómo se construye un cambio social? ¿Cuál
es el grado de acción o de influencia de una comunidad educativa para
el cambio social y comunitario?
¿Qué personas queremos formar? ¿Cómo van a contribuir a una
sociedad más justa?
Definir la acción educativa en los cuatro marcos de referencia
planteados con anterioridad es salir de la escuela y de su mirada cotidiana
para ver la sociedad y el legado que queremos dejar en ella a
través de la formación día a día con una mirada más comprometida
con el futuro.
Capí tulo 2
La formación del directivo
1. A lgunas características de la formación desde la década
de los noventa hasta la actualidad
Si se analiza el mapa general de la formación de directivos en
América Latina se constata una falta de políticas públicas para la atención
del personal que conduce las escuelas (Cardini, 2006). Las políticas
de formación en el continente, en general, tienen un carácter más esporádico
que una propuesta permanente que permita reconocer al directivo
como personal de alto nivel de influencia en las organizaciones
escolares. Esta falta de acompañamiento se observa tanto en la formación
inicial como en las propuestas a lo largo del ejercicio de su
función.
Durante la década de los noventa y a través de las reformas educativas
que se realizaron en el continente, la escuela adquirió un lugar
protagónico, sobre todo en busca de calidad educativa (Poggi, 2001).
La necesidad de llevar adelante, en cada escuela, propuestas innovadoras
vinculadas a las prácticas de la enseñanza y el aprendizaje buscaba
mejorar la oferta educativa permitiendo, desde la innovación pedagógica,
una mayor inclusión social o una solución para los problemas de aprendizaje
o la calidad educativa. La escuela, convertida en una unidad de
enseñanza y aprendizaje, busca superar la idea de una suma de aulas,
de un grupo de docentes trabajando en forma aislada, y se convierte
en centro de intervención a partir de una mejor gestión, construyendo
nuevas propuestas para la mejora de la calidad y la oferta educativa.
Durante esa década, la escuela se priorizó como unidad misma de
cambio educativo, pero esta responsabilidad no se vio acompañada por
una política permanente de formación de los equipos directivos que
24
tenían que llevar adelante la tarea. Las escuelas quedaron demandadas
y exigidas por este nuevo posicionamiento, pero poco acompañadas
desde los sistemas educativos. Si a esta problemática le sumamos la de
una escuela situada en contextos vulnerables, la posibilidad de dar una
respuesta a lo que se demanda se convierte en la mayoría de los casos
en un fin imposible.
La formación del directivo generalmente se diluye en la inclusión
en otros programas de formación docente, asumiendo que su participación
es garante de concreción de la propuesta en su escuela. De esta
manera, se lo incluye en el debate de temas educativos como los derechos
del niño, la discriminación y el trabajo infantil, entre otros. Este
lugar de garante de la instalación de determinados temas en los centros
de enseñanza tampoco indica al director cómo trabajarlos en la escuela
desde su lugar; no lo posiciona en su función específica ni lo prepara
para las responsabilidades que le toca afrontar institucionalmente.
Las propuestas que se encontraron en distintos países del continente
revelaron que la formación específica se da en casos aislados y
que los cursos se relacionan principalmente con temas administrativos legales
para asumir el cargo (Cardini, 2006). Lo más frecuente en la
formación es encontrar temáticas ligadas al liderazgo, a la gestión y a
temas administrativos.
A este planteamiento deberían sumarse las políticas de descentralización,
que jerarquizan el lugar de autonomía de la escuela pero que
no acompañan en la formación a los responsables de dirigir las políticas
de autogestión o de mayor autonomía de la vida institucional. Priorizar
en las propuestas formativas la capacidad de generar vida y una mejor
educación en una escuela, privilegiar el aprendizaje, administrar recursos,
promover el trabajo de los docentes y generar espacios de reflexión
es jerarquizar el lugar del directivo ejerciendo un liderazgo que dinamiza,
facilita procesos, apoya a su comunidad, motiva y coordina
acciones.
Tener en cuenta al directivo y algunas características marco de su
trabajo nos permitirá visualizar líneas de formación más acertadas. Para
ello, caracterizamos algunos aspectos de la vida cotidiana del directivo:
la multiplicidad del rol, las urgencias y la inmediatez de su gestión, la
25
carga emocional e implicación personal, los saberes que hacen a la profesión
y la manera de aprender de un adulto.
2. A lgunas características de la actuación del directivo
a. La multiplicidad del rol
Las tareas del director en una jornada de trabajo son difíciles de
determinar; su labor varía y recorre un espectro que va desde lo pedagógico
y los informes estadísticos hasta la supervisión de la limpieza
del establecimiento. La multiplicidad del rol se define por las actividades
que se realizan y por la simultaneidad de su ejecución; es común ver
a un director decidir varios temas y tareas de distinto valor y características
al mismo tiempo, tratando de dar una respuesta rápida a todas
ellas. Además, su actividad y concentración se ven interrumpidas, a lo
largo del día, por un sinfín de preguntas o problemas de distintos actores
de la vida de la escuela: padres, personal administrativo, alumnado,
docentes, etc. El director tiene que lidiar con esta situación en forma
permanente sin perder la cordura.
Esta problemática también se relaciona y se posiciona en el contexto
donde se ejecuta la tarea ya que, en contextos de vulnerabilidad
social, el personal directivo asume, frente a los alumnos y las familias,
roles para los que no está preparado o que no están estipulados en el
ejercicio de su tarea. Así, su trabajo se complejiza por las situaciones
vitales que atraviesan la comunidad con la que trabaja y tiene que
afrontar el abandono social, afectivo y familiar del alumnado, y sus
necesidades básicas insatisfechas. Estas situaciones hacen que el directivo
o equipo de dirección cumpla tareas de protección, resguardo y
alimentación, lo que suma un componente afectivo y de mayor responsabilidad,
ya que muchas veces estas figuras se convierten, junto con
los maestros y maestras, en los únicos adultos responsables frente a los
niños, adolescentes y familias de su escuela.
Tanto en el contexto urbano como en el contexto rural, generalmente
no se cuenta con el personal necesario para la cantidad de problemáticas
que surgen. Esto suma a la multiplicidad del rol y a las
variadas situaciones que deben resolver los directivos el hecho de tener
26
que asumir varios puestos de trabajo, sin contar con la formación en
las variadas cuestiones que deben afrontarse cotidianamente.
La multiplicidad de acciones, en forma simultánea y con un margen
de tiempo muy reducido para poder accionar, es una característica del
trabajo directivo.
b. Las urgencias y la inmediatez de su gestión
El trabajo del director se determina por el carácter urgente de la
toma de decisiones y por el hecho de que todo es para ayer. Esto hace
que las decisiones que tiene que tomar sean inmediatas y que no pueda
contar con tiempo para la reflexión, la planificación y el trabajo en
equipo. Dar una respuesta a los padres, decidir sobre un conflicto entre
personas, trasladar a una alumna lastimada, recibir inspecciones, completar
planillas; todas éstas son cuestiones que el director debe resolver
en forma urgente e inmediata y que se suman a la tarea que ya estaba
haciendo.
A su vez, las múltiples interrupciones que tiene el directivo durante
el día hacen que aquello que ya tiene ordenado y priorizado en su trabajo
sufra postergaciones y se convierta también en algo para resolver
a último momento.
Frente a estas características de múltiples tareas simultáneas y de
carácter urgente e inmediato, tendríamos que pensar qué habilidades
hay que ayudar a formar para el acompañamiento de este rol, qué saberes
hay que instrumentar para que estos directivos pueda llevar
adelante la institución educativa.
Hay que detectar estas características para ofrecer la formación
necesaria y dar respuestas para que el directivo pueda determinar en
forma rápida, con saberes y experiencia, las resoluciones que hay que
aplicar. El escritor José Saramago dice “el caos es un orden por descifrar”,
pero para poder ordenar este caos es necesario poder anticipar
y planear, o tener una metodología de trabajo que permita priorizar y
jerarquizar tareas con una coherencia y lógica propias de la conducción
y el accionar educativo.
27
El directivo tiene que poder tomar decisiones mientras acontece
la acción: ejercer la improvisación bien planificada. Tiene que ver, en
la práctica, posibilidades de reflexión en la acción, marcos de resolución,
saberes a los que recurrir, experiencia reflexionada de modos de actuar
frente a un problema (Poggi, 2001).
Frente a la complejidad de las situaciones que tiene que afrontar,
tomar a su cargo y resolver, el directivo debe contar con una serie de
herramientas de carácter conceptual, con un conjunto de procedimientos
para la práctica. En caso contrario, su labor se ve muy dificultada ya
que, en cada situación, tiene que empezar de nuevo o descubrir qué
pasa y cómo pasa. Esta capacidad de respuesta y acción se ve dificultada
por la falta de formación para el rol, por eso hay que tratar de proveer
a los directivos de una serie de saberes y acciones a las que puedan
recurrir en cada caso y de marcos de saber y actuación que les permitan
actuar. De otra manera, el directivo tiene que empezar un recorrido de
ensayo y error para buscar soluciones. Hay que dotar a los directores
de la posibilidad de contar con criterios6 de acción, definidos en forma
institucional, para respaldar el accionar y la toma de decisiones. Estos
criterios se forman a partir de consensos pero se ven respaldados por
una teoría que ilumina la práctica y por el bagaje de experiencia del
director o de la historia de otros directores a nivel institucional.
c. La carga emocional y la implicación personal
La afectividad que conlleva la tarea en contextos populares enmarca
el rol de los directivos en una presión que también afecta su labor. Los
directivos y el personal docente muchas veces son los únicos adultos
con los que cuentan los niños y jóvenes para recibir apoyo, contención
y protección, y poder construir una imagen de futuro diferente de la
que tienen. Esto genera una carga emocional y responsabilidad que
debe afrontarse diariamente en una gama muy amplia de problemas
humanos.
6 Llamamos “criterio” a aquello que, independientemente de las circunstancias, permite
actuar deliberadamente de una manera y no de otra.
28
Esta carga emocional puede ser un obstáculo y un precursor frente
a la acción cotidiana, ya que puede ser un motor para trabajar, emprender
tareas y buscar soluciones o un desgaste que inmoviliza, angustia
y quita capacidad de resolución y respuesta.
Involucrarse con los alumnos y sus familias puede agregar un
componente vital al directivo y desarrollar vínculos a lo largo de su
vida que enriquecen su historia profesional y personal, y su manera de
ver la vida y transitarla, pero el involucramiento también es un peso
muy difícil de llevar cuando hay fracasos, pérdidas, peleas y falta de
reconocimiento frente a este esfuerzo.
Ser responsable de la vida de otros en contextos de vulnerabilidad
social y violencia lleva a estos profesionales a una constante duda respecto
de hasta dónde llega su tarea, cuál es el límite de la responsabilidad
que tienen frente a la infancia y la adolescencia, y las situaciones
de maltrato, robo, drogadicción, abandono. Las investigaciones demuestran
que el componente afectivo agrega un aspecto de suma importancia
a la función del director, ya que los directivos que se destacan
saben manejar este componente pero se involucran fuertemente con
sus alumnos y su comunidad para sacarlos adelante y buscar
soluciones.
Además, un directivo tiene que mantener el equilibrio entre su
vida profesional y su vida familiar, ya que la presión de las demandas
del contexto y el drama humano con el que le toca trabajar tensiona
otras responsabilidades y necesidades afectivas como su vida personal
y familiar.
Manejar límites, tener la mente clara y saber tomar distancia a
tiempo son habilidades necesarias pero no tan fáciles de desarrollar
ante poblaciones en las cuales el dolor humano, el sufrimiento y la carencia
son temas cotidianos.
La carga emocional puede ser el motor que genera el cambio y la
reacción positiva a los problemas, pero también puede ser una forma
de anestesia que nos impide actuar y tomar decisiones. Saber manejar
estos aspectos y poder tomar distancia para la reflexión es una necesidad
y obligación en la tarea para no generar un desgaste que lleve a
la inacción.
29
Hasta el momento, caracterizamos algunos aspectos del trabajo
del directivo, ¿pero cuáles son los aspectos formativos que tenemos
que afrontar a la hora de armar un programa de formación?
3. Los condicionantes de la formación del directivo
Detallamos algunos aspectos que debemos abordar a la hora de
formar a un directivo:
• Los saberes que hacen a la profesión
• La manera de aprender de un adulto
a. Los saberes que hacen a la profesión
¿Cuáles son los saberes que necesita un director para llevar adelante
un centro educativo?. ¿Cómo se definen estos conocimientos: por la
capacidad de responder al ámbito educativo y a la pedagogía, llevar
adelante una organización y ser un funcionario del sistema, por el
contexto donde está ubicada la escuela, la modalidad o el nivel educativo
donde se desarrolla su función o por todos esos factores? ¿Qué
bagaje de conocimientos tiene que poseer el directivo para llevar adelante
su labor? ¿A qué tiene que poder recurrir para planificar, proyectar
y resolver conflictos?
Definir saberes y conocimientos para una formación implica seleccionar
conocimientos socialmente válidos para ser aprendidos, conocimientos
que deben ser almacenados para formar parte de un marco de
referencia que permita la reflexión, la acción y la ejecución en su trabajo.
También implica poseer una ética y guiarse por valores que orientan las
decisiones, tener habilidades de dominio, actitudes y conocimientos que
tienen que ver con la formación de base, para las funciones y roles por
cumplir, con la capacidad de acción y reflexión en la práctica.
Se trata de un saber que transforma al sujeto para que éste transforme
el mundo, nos hace pensar en el saber de las preguntas, de los
cuestionamientos acerca de la realidad, de los instrumentos que utilizamos,
de las estrategias de acceso al conocimiento y no en las respuestas
mecánicas. Es un saber en proceso que es válido en la pregunta
que moviliza y en la respuesta que concreta el accionar.
30
El oficio del director en contexto parte de una práctica reflexiva,
de una suma de conocimientos adquiridos que se ponen en juego a
pesar de la inmediatez de las resoluciones, la implicancia emocional y
la multiplicidad de conocimientos que se ponen en marcha para hacer
lo que hay que hacer.
Schön (1992) define la práctica reflexiva a partir de diferentes tipos
de conocimientos:
• El conocimiento en acción: es un saber hacer que tiene una acción
inteligente, que se consolida en rutinas o esquemas semi automáticos.
Son acciones que realizamos en forma espontánea sin reparar
en cómo las hacemos, ni por qué. Estas acciones no implican un
estado conciente en su realización.
• La reflexión en la acción: supone un proceso en el que uno se interroga
o dialoga con la situación que enfrenta interactuando con
las diferentes variables que la situación le presenta y que tiene que
resolver. Interactúan los conocimientos adquiridos con la práctica
concreta, creando nuevos conceptos, y se reconstruye el conocimiento
en el dialogo de interacción con la práctica.
• La reflexión sobre la acción y sobre la reflexión en la acción: este
tipo de conocimiento implica el uso de estrategias de metacognición
que permitan analizar lo que se hace: poder evaluarlo, describirlo,
explicarlo y fundamentar por qué se hizo de determinada
manera. Implica no sólo el trabajo en el momento de la acción
sino su análisis posterior, lo que permite un mayor nivel de análisis
y evaluación de lo que se hizo para poder sistematizarlo y volver
a aplicarlo si verdaderamente es efectivo.
Estos tres procesos están ordenados según su nivel de complejidad,
lo que permite que se vayan complementando mutuamente para un
mayor grado de elaboración.
Las características del accionar del directivo (la multiplicidad del
rol, las urgencias y la inmediatez de su gestión, la carga emocional y
la implicación personal) hacen que éste carezca de tiempos personales
e institucionales para ponerse a pensar en lo que hace y en por qué lo
hace. Estos momentos tienen que convertirse en espacios planificados
privilegiados para la reflexión; retomar lo trabajado o actuado tiene que
31
convertirse en una obligación tanto para el director como para los
equipos de conducción de la institución.
b. La manera de aprender de un adulto
La mayoría de los directivos que llegan a ejercer el cargo son docentes
que ya llevan un tiempo en el sistema educativo, de modo que
son adultos con una manera particular de aprender y relacionarse con
el conocimiento, y con una historia propia que los define. Los adultos
tienen concepciones previas, esquemas de acción y miradas con las
que se acercan a la formación, a una teoría o a un esquema de trabajo,
se posicionan frente al saber, coinciden o difieren acerca de lo que se
les enseña o se les expone.
También como adultos frente a un proceso de formación tienen
búsquedas específicas y personales, y obligaciones asumidas: la actualización,
la necesidad de puntaje, la permanencia en un cargo, la obligación,
el interés por el conocimiento y el placer por aprender, por lo
cual eligen hacer un curso, un postgrado o una capacitación.
Sin entrar en el tema de cómo aprende un adulto a través del
cambio cognitivo, la apropiación y la acomodación de un conocimiento,
el lugar que ocupa la disposición o el deseo de aprender es fundamental
ya que el adulto elige en qué formarse y por qué, y hasta se niega a
aprender si la capacitación es obligatoria, no coincide con sus intereses,
no es una propuesta de calidad o no es conveniente por horarios o
metodologías.
A la hora de formarse, cada directivo debe adquirir el conocimiento
o las prácticas a través de una apropiación crítica del saber para poder
construir modalidades específicas en su trabajo (Diker y Terigi, 1993).
Incorporar a la formación la reinterpretación de lo que se aprende bajo
la perspectiva de conocimientos y habilidades anteriores, bajo la luz de
la experiencia que proviene del puesto de trabajo, es un punto de partida
y una metodología de abordaje. Pozner (2000) retoma en las prácticas
de capacitación laboral el conocimiento operativo, que se basa
principalmente en la aplicación de conocimientos adquiridos en la
práctica para la resolución de problemas que surgen en ella.
32
Posicionar al director en el lugar de un profesional que tiene que
resolver situaciones específicas en el marco de su trabajo nos acerca a
la postura que define Davini (citado por Diker y Terigi, 1993) para los
docentes, que establece que a la hora de formarlos no hay que perder
de vista los fines de su trabajo, la especificidad de su labor diaria. Cada
director, en una instancia de formación, requiere la devolución de
quienes lo forman en carácter de profesional situado, en lugares específicos,
con una población determinada, que tiene responsabilidades
que cumplir y una profesión que ejercer, y para ello necesita una “caja
de herramientas” que le permita llevar adelante su tarea.
En síntesis, lo que podemos decir acerca de la complejidad del rol
del directivo a partir del contexto donde se sitúa y algunas de las características
que adquiere a la hora de implementarlo es que requiere
algunas capacidades que le permitan organizar y planificar su tarea a
pesar de la inmediatez y urgencia de sus resoluciones, tomar distancia
de la fuerte carga emocional y responsabilidad social que adquiere su
cargo, poder separar trabajos, priorizarlos y tener tiempo para la reflexión
en forma personal y grupal de lo que hace y por qué lo hace.
Ésta no es una tarea que se da naturalmente, sino que hay que buscar
“obligadamente” espacios para que esto suceda.
Es necesario poseer un marco de actuación a partir de conocimientos
y estrategias que permitan anticipar acciones y tener una serie
de respuestas que pueden ser probadas a la hora de dar soluciones.
También es necesario poder reducir la incertidumbre y el ensayo y error
en la práctica para dar algunas certezas que permitan a los directivos
tener seguridades frente a las dificultades del drama humano que le
toca abordar.
Sabemos que estamos en tiempos cambiantes, que no se caracterizan
por las certezas y las seguridades, pero hay que construir una
cierta tranquilidad para el profesional al que le toca operar con las
realidades. Jorge Luis Borges escribió: “Le tocaron, como a todos los
hombres, malos tiempos en que vivir…” A todos los hombres y mujeres
les tocó sufrir los problemas de su tiempo, y todos los consideraban
insuperables por la angustia que les generaban, pero también podemos
agregar que la dificultad de los tiempos que corren no debe quitarnos
la voluntad de cambiar lo que nos toca.
33
Tener un marco de actuación, establecer modelos, dar pautas, abrir
puertas a lo nuevo y cuidar los aciertos y logros que tenemos no puede
dejarse librado al azar y requiere espacio, trabajo y reflexión
compartida.
Es necesario formar en lo cotidiano pero también planificar lo que
tenemos que superar, la propuesta que vamos a brindar a nuevas generaciones
rica en experiencias, ofertas culturales y saberes, que permita
la superación y el crecimiento personal y comunitario.

Capí tulo 3
La actuación del directivo
Para presentar este tema incluimos en el debate discusiones que
se han dado en el diseño y en la fundamentación de esta propuesta
formativa. ¿Qué es necesario formar? ¿Un líder o conductor de una institución
o un equipo directivo que lleve adelante la participación? Este
debate se ubica en un amplio arco que va desde la democratización de
las instituciones, la toma de decisiones, la distribución del poder, el liderazgo
compartido y las responsabilidades legales hasta el salario según
el cargo que cada uno asume y las acciones definidas por el sistema
educativo para cada uno de los miembros de una escuela.
Plantearemos este debate acerca de la polarización del rol del directivo
a través de la necesidad de un conductor o líder centralizándolo
en una persona, o la importancia de trabajar en equipo en cada centro
educativo buscando maneras más colaborativas para la conducción.
Plantear esta polarización es marcar un extremo que no es definitivo,
porque más allá de estas posturas presentadas existen muchos métodos
intermedios de abordar la conducción de una institución y distintas
modalidades para llevarlas a cabo.
1. La necesidad de un conductor o líder
Tomemos la definición de “líder” de la Real Academia Española:
“Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.
Construido en aposición, indica que lo designado va en cabeza entre los
de su clase”. Por definición, el líder es aquél que orienta o conduce a un
grupo, guiando a otros y figurando en primer lugar. Esta persona que
está a la cabeza ejerciendo influencia y convocatoria en los demás, estimulando
y marcando rumbos para que otros lo sigan es la que se deno36
mina líder. Esta capacidad de liderar orientadora y motivadora, vinculada
con cierta sabiduría, experiencia o impulso, ubica a una persona a la
vanguardia de un grupo, como cabeza visible de una institución.
Esta capacidad construida con formación y actitud para el liderazgo
actualmente conlleva un fuerte peso para las personas que tienen que
ejercer ese rol. Para Duschatzky y Birgin (2001), en la actualidad, al líder
se “lo define como sujeto de transformación, unido a la idea de exitoso
sustituye al paladín de valores, caballero medieval, al burgués de la revolución
industrial y al obrero de la tradición socialista”. Este líder no
tiene valor por sí mismo sino a través de su performance; en relación
con aspectos de su trabajo como conductor, esto supone la realización
de actividades múltiples para el logro de los objetivos de una organización.
Estos logros recorren un abanico que va desde preservar el patrimonio
cultural acumulado por la sociedad y saber trasmitirlo a las nuevas
generaciones y ver los pasos por seguir para que esto suceda y se recree
eficazmente hasta cumplir con los requerimientos legales y administrativos
que toda institución tiene para funcionar en el sistema educativo.
Todos estos factores se cumplen si todos los actores están involucrados,
motivados y trabajando a conciencia para este logro. Además, se pide
vivir una cultura escolar donde se compartan valores, se establezcan
prioridades, se enriquezcan rutinas y se transformen malas prácticas en
un marco de trabajo compartido, con crisis, logros, oposiciones, aciertos
y conflictos. La importancia que tiene su accionar nos hace descartar
los rasgos de su personalidad y profundizar en las acciones y conocimientos
que debe dominar para ejecutar su quehacer.
Hoy se multiplican los cursos y capacitaciones sobre liderazgo en
América Latina, se adjudica al cargo y a una persona específica la
transformación institucional y el impulso del cambio educativo, pero
hay que cuestionarse este rol mesiánico y plantearse aspectos institucionales
y políticas educativas donde este rol se enmarca.
a. Los tiempos cambian… también las instituciones…
Las sociedades cambian, las formas de actuar y ver la realidad se
transforman, los hábitos y formas de comportamiento se modifican. Los
modos de ver y vivir la realidad varían. Años atrás, en las instituciones
37
educativas, no se cuestionaban sino que se respaldaban legalmente
ciertas formas de discriminación y expulsión de mujeres o personas por
su color de piel. En la actualidad, se ha avanzado notablemente en este
aspecto, y se replantearon o revocaron totalmente muchas de esas prácticas.
Aceptar a grupos históricamente discriminados en la escuela significa
revisar prácticas, actitudes y normas institucionales. Esto implica
planteos para la inclusión y la igualdad de oportunidades que involucran
cambios y reflexiones muy profundas en la escuela.
Cada época supone un tipo de líder o un liderazgo diferente según
las necesidades del contexto y los requerimientos de la organización.
Por ese motivo, el líder debe desarrollar la capacidad de adaptarse de
forma flexible y crítica al medio, planteándose y replanteándose formas
de actuar y estar en el mundo.
Además, ciertos valores actuales como el consumo, la competencia
y el mercado han llegado a la escuela como institución que forma parte
del mundo, y a la hora de educar y actuar hay que tener lecturas y posturas
al respecto, repensar viejas prácticas y cuestionar nuevas formas
de actuar planteándose espacios para el quehacer educativo y la formación
de sujetos y ciudadanos. Los cambios y las transformaciones traen
consigo la reflexión, la formación, el trabajo en equipo, la claridad sobre
lo que queremos cambiar, y la búsqueda de formas para hacerlo.
La escuela es parte del mundo y se ve afectada por él, lo que requiere
la capacidad de leer la realidad, impone búsquedas, define posiciones.
Hay cambios a los que no nos podemos sumar: la creciente
desigualdad social, las injusticias que generan determinadas formas de
sociedad. Los centros educativos tienen que educar al respecto concientizando
y formando en otros valores y acciones sociales.
Pero tampoco es cuestión de cambiar por cambiar. Toda institución
atesora formas de ejecutar, maneras de comunicarse y de concretar logros,
y genera un estilo institucional que no tiene que cambiarse por
modas o innovaciones momentáneas. Las transformaciones son necesarias
pero también tienen que ser pensadas, enjuiciadas, planificadas
y consensuadas por la comunidad educativa.
Durante la década de los noventa, las transformaciones e innovaciones
en las escuelas de América Latina estuvieron en el centro de la
38
escena, pero no todas las rutinas y tradiciones tienen que modificarse
por la ola de la transformación y las reformas. Estos cambios como
oleadas generan en las escuelas y sus formadores cierta incertidumbre
que paraliza.
Una institución cercana a su comunidad que sabe incluir a los más
necesitados y promocionar el aprendizaje, y lo demuestra de manera
eficiente, no necesita cambiar sino evaluar sus prácticas y rectificarlas
según las necesidades de mejora. El desafío consiste en poder diferenciar
cuáles son las notas esenciales de la institución y cuál es su identidad,
que indica qué aspectos deben reproducirse y qué aspectos pueden o
deben modificarse a la luz de los acontecimientos presentes y de los
acontecimientos previsibles (Carriego, 2005).
Innovar por innovar no tiene sentido; hay que saber leer y analizar
la realidad para responder a ella de manera permanente y más
adecuada.
Hasta el momento, entendemos al líder como dinamizador educativo
que facilita procesos, que puede leer la realidad, que estimula y
coordina grupos de trabajo para que las realidades cambien a fin de
mejorar la oferta educativa o el trabajo en su escuela. Ahora, ¿qué capacidades
debe desarrollar un director?
b. Las capacidades de un director
Las capacidades de un director se plantean en función del centro
que promueve; las características de su liderazgo están a disposición
de la institución, para la concreción de un modelo democrático de organización,
orientado a la lectura de la realidad, centrado en el cumplimiento
de logros pedagógicos y la promoción de vínculos solidarios
entre los actores. En Fe y Alegría, los procesos de liderazgo deben estar
orientados hacia el cumplimiento del ideario del movimiento y el comprometerse
en el proceso de los sectores populares en la construcción
de una sociedad justa y fraterna.
Este líder trabaja en diferentes planos para el logro de sus metas:
el plano organizacional y social, el plano pedagógico y el plano administrativo
(Poggi, 2001). También podemos encontrar diferentes dimen39
siones: pedagógica-curricular, comunitaria, administrativa-financiera y
organizacional-operativa (Pozner, 2000, Alfiz, 2001).
En cada uno de estos planos o dimensiones, debe incentivarse el
aprendizaje organizacional, la resolución de problemas en forma colectiva,
la redefinición de valores, el ajuste de procesos de acción, el estímulo
de formas de comprender y actuar, la ampliación de procesos de
mejora, el desarrollo y la solvencia de procesos continuos de formación
de habilidades tanto individuales como colectivas. Cada uno de estos
planos o dimensiones implica capacidades y habilidades específicas
que deben aprender y desarrollar los directivos.
¿Qué capacidades hay que formar en un director? ¿Cómo se trabajan
en términos de habilidades específicas? En función del proyecto educativo
y la misión de Fe y Alegría, podemos definir y establecer las habilidades
en dos grandes grupos: las habilidades técnicas o la capacidad
en hacer algo, y las habilidades humanas para trabajar y motivar a otros.
La agrupación y clasificación de estas habilidades varían según diferentes
autores; en el marco de este trabajo, la clasificación fue producto de un
taller de equipos técnicos pedagógicos del movimiento7.
Dentro de las habilidades técnicas, podemos enumerar:
• Observación y análisis de la realidad: nacional, comunitaria, institucional
y del accionar de los diferentes actores participantes.
• Capacidad de elaborar planes y programas, implementarlos, evaluarlos,
generando corresponsabilidad en todos los participantes.
• Capacidad de definir y negociar acciones.
• Estímulo de logros y aciertos de la institución y rectificación de
insuficiencias, carencias y malas prácticas.
• Establecimiento de propuestas curriculares de calidad y evaluación
y desempeños de enseñanza y aprendizajes.
• Estrategias de formación y reflexión para el plantel docente que
permitan el enriquecimiento profesional y la propuesta educativa.
• Desarrollo de la capacidad de establecer el consenso y la complementariedad
entre la conducción y la gestión.
7 Las habilidades que aparecen enumeradas forman parte de un trabajo realizado en
un Taller sobre la Formación de Directivos en Bogotá (2005) con los equipos pedagógicos
de cada país pertenecientes a la Federación Internacional de Fe y Alegría.
40
Como habilidades humanas:
• Acercamiento, empatía, capacidad de comunicarse con otros en
forma eficaz y de generar redes de colaboración.
• Democratización de la información, creación de vías de acceso
para todos.
• Animación y motivación para orientar las acciones del equipo.
• Fomento del desarrollo de la capacidad de construir colectivamente
para el logro del bien común.
• Humanización de la institución a través del diálogo y la escucha,
generando encuentro y contención.
Sabemos que hablar de desarrollar ciertas habilidades y enumerarlas
es simplificar demasiado la tarea de un director que, como mencionamos
con anterioridad, es suficientemente compleja. Clasificar todo lo que hace
o debería hacer un directivo implica enumerar largas listas seguramente
incompletas, frías y no siempre adecuadas para distintas realidades. Las
clasificaciones en sí nos pueden orientar, mostrar acciones desconocidas,
pero son difíciles de recordar a la hora de actuar urgentemente. Estas
enumeraciones abundan en la bibliografía, pero en estos apartados buscamos
describir y analizar escenarios más que enumerar acciones.
Para cerrar esta reflexión acerca del liderazgo, hay que explicitar
las ventajas y desventajas que plantea un liderazgo unipersonal. Un líder
único tiene como ventaja que representa una cultura más conocida por
maestros y maestras, permite un reconocimiento más cómodo del lugar
que cada uno ocupa en la institución y delega funciones a cada miembro
para que las ejecute. El éxito y el fracaso de un proyecto recaen
en otro, no se tiene la presión de la realización y el logro, pero tampoco
su recompensa.
Otro beneficio es la rapidez en la ejecución; al no mediar las acciones
con otros, los plazos de ejecución se acortan y la posibilidad de
emprender un trabajo se hace en tiempos más veloces. El liderazgo
también tiene la ventaja de ser un espacio para el proyecto individual
o sueño personal y poner en juego la creatividad de su logro, lo cual
implica una carga afectiva y motivacional muy fuerte.
En cuanto a las desventajas, podemos vislumbrar los abusos de
poder que pueden surgir de una práctica individualista y autoritaria.
41
También está la falta de motivación y compromiso que puede implicar
para el resto de los miembros de la institución no estar a cargo de ninguna
responsabilidad, lo que implica no sentirse involucrados, no ser
partícipes y quedar aislados de la toma de decisiones, o quedar “afuera”
en forma sistemática y constante, lo que merma las ganas de actuar y
agregar un valor al resultado del trabajo realizado, sin implicarse en logros
y expectativas.
c. La construcción de liderazgos
Cuando el proyecto educativo construye el sentido de una institución
y es liderado por un grupo de profesores o miembros de la comunidad
que impulsan los fines del centro, cuando un director promueve
el accionar de otros, deja de ser el líder para distribuir el poder y la
toma de decisiones, deja de liderar unipersonalmente para ejercer el
liderazgo junto con otros.
El trabajo de un conductor o líder es construir visiones compartidas.
Esta construcción no es la suma de opiniones y miradas individuales
sino el resultado de consensos o acuerdos de los diferentes miembros
de una institución, los equipos de trabajo que la componen y los miembros
de la comunidad de influencia acerca de lo que tiene que hacer,
la forma de resolver problemas, la mirada acerca del contexto, etc.
El liderazgo compartido con otros, democratizando el poder y la
toma de decisiones, favorece la creación de equipos, el crecimiento
personal y profesional, y el aprendizaje individual y colectivo entre los
miembros de una institución. Favorecer el liderazgo compartido genera
y gana confianza entre los miembros de una institución y una
comunidad.
Se trata de un liderazgo que conduce un centro para mejorar la
calidad de vida de su comunidad a través de la participación, la formación
ciudadana y la búsqueda del bien común, compartiendo valores
que permitan otra forma de vida y la necesidad de transformación social
que empieza en su centro generando otras formas de habitar espacios
institucionales, distribuir el conocimiento de manera igualitaria, compartir
la toma de decisiones y el poder.
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Es un liderazgo que apunta a construir y definir políticas democráticas
en su centro, planteando en el espacio institucional esas utopías
que buscamos en el accionar gubernamental y que podemos recrear
en el espacio de la escuela.
Plantear liderazgos como ejercicio de conducción institucional implica
aprender a trabajar en equipo y desaprender conductas autoritarias
e individualistas. Por ese motivo, es necesario plantear el tema de la autorización
del liderazgo en los equipos de trabajo. Silvia Finocchio (2006)
dice al respecto: “En un equipo de trabajo pueden tener lugar la escucha,
la acogida, la participación, el diálogo, la sinceridad y otros elementos
que favorecen el bienestar y compromiso, si todos logran sentirse seguros
frente al grupo y la tarea a encarar. El equipo, en tanto espacio donde
se construye conjuntamente una visión común, permite asumir la responsabilidad
de todas las actividades que se desarrollan a partir de estilos
de actuar compartidos. Entonces, armar equipos de trabajo podrá ser
también entendido como un modo de habilitar autoridad en otros, democratizando
la mirada y la perspectiva escolar”.
2. La importancia del trabajo en equipo
La construcción de liderazgos nos lleva a cambiar la cultura de la
autoridad en la escuela o centro educativo, a pasar de un director o directora
a un equipo directivo, de un líder personalizado a un liderazgo
de equipo o equipos. Para ello hay que planear modalidades de acción
que van desde un director que se apoya en un equipo de trabajo en el
que delega responsabilidades y funciones que él no puede absorber y
que por ese motivo encarga a otros, buscando personas que son más
eficientes en un tema y descansando en ellas para resolver una situación
específica, hasta un equipo donde todos deciden y todos equilibran
responsabilidades y funciones coordinando acciones y decisiones
institucionales.
Las formas de construcción de liderazgos en una institución también
se ven influenciadas por formas culturales y políticas donde se
desarrolla la propuesta. En democracias como las de América Latina,
la distribución del poder y las formas de participación no son espontáneas
e implican cambios culturales en la organización de las institucio43
nes. Llegar a una construcción de liderazgo democrático que también
logre el crecimiento personal y profesional de los participantes no es
una propuesta tan fácil de llevar adelante en las escuelas, es más, se
trata de estilos contracorrientes de propuestas más autoritarias o populistas
de nuestras culturas políticas y nuestras democracias, que se caracterizan
más por la personalización y el liderazgo único.
Estas formas de organización denotan miradas diferentes sobre la
distribución del poder y el liderazgo, para lo que sería importante llegar
a una rotación de roles equilibrada y a una concepción del trabajo en
equipo como una comunidad de aprendizaje. Abandonar la postura de
un director que decide y adoptar la de un equipo donde la delegación
involucra a todos es una tarea compleja que requiere un cambio de
miradas, concepciones y prácticas reales. Esto resulta más difícil de
concretar porque en las instituciones se nombra y jerarquiza a un director
y vicedirector desde la política educativa, desde la que se establecen
también responsabilidades y sueldos acordes a esa obligación
más distribuida unipersonalmente. Desde lo económico y desde el
nombramiento público o privado de responsabilidades, ya se definen
estilos de liderazgos en las políticas de conducción. Por ese motivo,
partimos de un cambio de concepción en la vida institucional y los que
la conducen y participan en ella para democratizar el poder, conformar
equipos, asumir y plantear otros estilos de liderazgos, modos culturales
y estructuras organizativas que favorezcan otras construcciones colectivas
de autoridad.
Además, nuestras escuelas son ámbitos de gestión complejos cuya
gestión requiere un equipo preparado para los distintos roles y funciones
que hay que ejecutar, que se encuentre al nivel de las responsabilidades
de que cada función demanda para ese ejercicio. Para ello, es necesario
un grupo de personas con formación, compromiso y capacidad de trabajo
conjunto que lleve la institución a un nivel de mejor ejecución y
actuar cotidiano.
a. La cultura de la organización
Partimos de la necesidad de plantear modelos y estilos diferentes
de cultura y organización institucional que permitan la construcción de
44
formas más colaborativas y democráticas. A través de sus estructuras, las
organizaciones pueden fomentar el individualismo o la participación, el
aislamiento o la colaboración, la competencia o la complementariedad.
La escuela puede ser una suma de aulas donde prevalece la acción
individual y el trabajo conjunto es escaso, los logros institucionales se
dan por una suma de voluntades, no hay devoluciones acerca de las
tareas realizadas tanto por los logros obtenidos o por las dificultades
en la práctica, o bien puede ser una institución que acuerda, discute,
comparte actuaciones y fortalece la participación, los acuerdos y la
articulación.
La cultura colaborativa se basa en la implicación de los miembros
de un grupo y en su participación, creatividad y aportes, y así se convierte
en una filosofía que enmarca la organización, afecta la forma de
trabajo y el clima institucional, e incide en los procesos de toma de
decisiones (Grande y Pemoff, 2002).
Pensar en la cultura de un centro educativo es definir una serie
de significados y valores compartidos en los que se vive la vida cotidiana
y se establecen las metas que se aspira a concretar y la forma en que
van a llevarse a cabo.
En Fe y Alegría, definimos al centro educativo como “la escuela
de la humanidad y de la vida” para el desarrollo pleno de las personas
que están en ella y que creen en el proyecto, lo asumen y lo definen
desde la vitalidad, el afecto, el saber y el conocimiento compartido.
Para realizar plenamente esa vivencia, hay que establecer una identidad
y una cultura acorde a este planteo. Podemos enunciarlo, pero el enunciado
no siempre cambia el mundo. Cambiar los climas, culturas y maneras
de nuestras escuelas implica puestas en marchas colectivas y
decisiones de equipos de conducción y de la importancia de este cambio
a la altura de lo enunciado.
Para Grande y Pemoff (2002), estos cambios tienen que darse simultáneamente
en dos ámbitos:
• Ámbito colectivo: el de las interacciones mutuas entre los distintos
actores institucionales, a través de la colaboración y la participación.
45
• Ámbito individual: el de las actitudes y disposición de cada uno
de los profesionales en su proceso de compromiso con la organización
y participación en los fines y valores, por lo que realiza un esfuerzo
determinado en beneficio de la organización.
El trabajo colaborativo permite generar un modelo de escuela capaz
de revisar y problematizar sobre su propia realidad organizativa con
facilidad para aprender de los propios problemas y errores a partir de
un proceso de revisión (Gairín, citado por Grande y Pemoff, 2002). Esto
influye tanto a nivel institucional como a nivel personal.
Crear es como revisar y evaluar acciones institucionales con otros,
y esos otros son diferentes actores que participan de la vida del centro
pero que buscan algo en común y por eso se reúnen y se ponen manos
a la obra.
b. La forma de trabajar en equipo
Volvemos a partir de la definición de la Real Academia Española
de lo que es un “equipo”: “Grupo de personas organizadas para una
investigación o servicio determinado”. Son personas que se reúnen en
tanto equipo para un fin determinado, para el logro de los objetivos o
metas definidos.
El auge de la idea del trabajo en equipo comienza a mediados de
los años cincuenta, cuando se empieza a considerar las interrelaciones
entre personas y se admite que varias cabezas piensan y hacen más
que una, en el marco de un trabajo compartido.
En esta forma de trabajo, el individuo y el grupo se valorizan por
sí mismos, tanto en su carácter individual como por su “interdependencia”
con el grupo. La importancia de la valoración personal de cada
participante, su aporte al grupo sumando pertenencia, ayudando, aportando
al trabajo de otros. La valoración colectiva del sentido de interdependencia
es la responsabilidad colectiva de cómo los miembros se
aconsejan, respaldan y ayudan, y esto favorece el aprendizaje mutuo,
la búsqueda de mejoras en las actividades realizadas y un mayor compromiso
con los objetivos institucionales.
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La conformación de equipos y su capacidad de sostenerse en el
tiempo realizando una tarea eficaz es un trabajo arduo y de mucha
complejidad. Para poder armar un equipo e instalar una cultura de
trabajo grupal se requiere el fundamento de8:
• Un estilo democrático de cultura institucional.
• Un accionar colaborativo entre los miembros para la búsqueda de
acuerdos de mejora de sus propuestas educativas e
institucionales.
• Un trabajo más eficaz para lograr los objetivos propuestos.
• Una mayor responsabilidad en las actividades que se desarrollen
en la institución, por lo cual se involucre más a la comunidad
educativa.
• Un mayor desarrollo de las potencialidades de los diferentes participantes
para su desarrollo personal y el grupo de trabajo.
• Una organización de la comunicación para socializar el saber y
las responsabilidades de cada miembro.
Cada equipo consolidado debe tener objetivos claros (por qué y
para qué se reúne a trabajar) y favorecer la rotación de roles, la responsabilidad
de las tareas y la rendición de cuentas por dichas tareas.
En un equipo de trabajo, es importante tener en cuenta la escucha,
la acogida, la participación, el diálogo, la sinceridad, la transparencia y
otros elementos que favorecen el bienestar y la eficiencia del equipo.
Un factor importante en la conformación de los equipos es que deben
formarse desde las capacidades y no desde las fidelidades.
Avanzar en la construcción de formas democráticas y colaboración
implica dominar las estrategias del trabajo en equipo. La conformación
de un buen equipo de trabajo se basa en algunas características que
vamos a enunciar a continuación:
• Definir los participantes del equipo: quiénes participan, qué cualidades
tienen, cuántos miembros son.
8 Algunas de las características del trabajo en equipo que aparecen en el apartado forman
parte de un trabajo realizado en un taller sobre la Formación de Directivos en Bogotá
(2005) con los equipos pedagógicos de cada país pertenecientes a la Federación Internacional
de Fe y Alegría.
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• Armar una estructura de funcionamiento: cómo y cuando participan
de las reuniones.
• Tener claros los objetivos y metas por alcanzar con el trabajo del
equipo.
• Administrar y coordinar tareas, generar espacios para el intercambio
de sus miembros.
• Definir un sistema de comunicación: establecer un lenguaje común,
una manera de diálogo.
• Establecer una forma de manejo de autoridad y distribución de
poder para su funcionamiento (qué se resuelve, cómo se llega a
consensos, cómo se resuelven los disensos, qué valor tiene cada
opinión en la toma de decisiones).
• Organizar las reuniones: función o tipo de reunión, medios, métodos
y procedimientos para utilizar en ella.
• Administrar las relaciones y los recursos humanos.
El trabajo en equipo lleva mucho tiempo y organización para obtener
buenos resultados. Este tiempo de preparación y claridad en la
organización a veces atenta contra el rol del director por las características
de su trabajo (la multiplicidad del rol, las urgencias y la inmediatez
de su gestión, la carga emocional y la implicación personal). Por estos
motivos, el afianzamiento de un estilo de trabajo colaborativo y grupal
tiene que tener un alto nivel de organización y no puede quedar librado
a la espontaneidad y a las resoluciones de último momento. Requiere
normas claras y esfuerzo conjunto para su realización y debe incorporarse
como una forma permanente de trabajo.
Trabajar en equipo requiere tiempo y una disciplina de habilidades
propia de esta forma de trabajo, por eso el trabajo en equipo no siempre
es lo que sucede realmente en las instituciones. Una reunión esporádica,
con falta de distribución de poder, ausencia de decisión e incapacidad
de escucha y diálogo puede ser un buen escenario para decir que se
realiza una reunión pero no para trabajar en forma colaborativa a través
del equipo.
Hasta el momento, venimos enunciando las ventajas que aporta
el trabajo en equipo a una institución escolar, pero también vamos a
referirnos brevemente a algunos de los problemas o desventajas que
presenta este estilo de trabajo.
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Fullan y Hargreaves (1996) advierten sobre algunas desventajas
que presenta el trabajo en grupo, como la presión que ejerce el grupo
sobre la persona, que la lleva a perder la reflexión personal aunque
sea creativa e innovadora para no oponerse al grupo, y la resistencia a
una idea nueva o contraria a lo que el grupo piensa. Por buena que
sea la idea, es muy difícil que sea incorporada por un grupo, en especial
si éste se resiste. También los diferentes equipos de trabajo pueden
tender a separarse o ”balcanizarse”, lo que genera espacios de disputa
o rivalidades dentro de la escuela. Encontramos otras características en
el establecimiento de trabajo de equipo fácil y el trabajo de equipo artificial.
Ambas son maneras superficiales y cómodas de establecer el
trabajo en equipo, que apuntan más a un “como si estuviéramos trabajando
en equipo”, a una ficción de trabajo, que a un compromiso real
con la institución.
En síntesis, y a partir de lo trabajado hasta el momento, podemos
establecer la importancia de sumar a la propuesta de trabajo de Fe y
Alegría la conformación de liderazgos y la participación a través del
trabajo en equipos. También depositamos en el director el ejercicio del
liderazgo para que “haga que esta forma de trabajo suceda” y para que
se consoliden en el espacio institucional formas democráticas de funcionamiento
para el beneficio de todos, a partir del crecimiento personal
y grupal, y del trabajo colaborativo y comunitario.
Pasar del liderazgo unipersonal al trabajo en equipo no es una tarea
mecánica ni se da al azar; requiere esfuerzo y es necesario superar dificultades
y conflictos para poder llevarlo adelante y que se concrete.
Tampoco hay que ser tan optimistas y creer que el trabajo en
equipo va a solucionar todo. Un buen trabajo en equipo, que está bien
pautado, que distribuye tareas, genera reflexión y capacidad de decisión,
y no es solamente un grupo de personas en torno del director del centro
que avala sus decisiones, lleva tiempo, esfuerzo y empeño del grupo
que lo tiene que ejercer.